Corrupción, Apatía e Imposición:
Estigmas que marcan a la UA de C
Armando Montalvo.
Ni una Revolución Estudiantil cambiaría lo que ocurre en la Universidad Autónoma de Coahuila. “La Universidad es como es; así funciona bien o mal. No va a cambiar y no quiere cambiar”, dijo un colaborador cercano al ex rector Jaime Isaías Ortiz Cárdenas, que desde aquel entonces pronosticaba desórdenes financieros y la definía como una “caja chica” del Gobierno Estatal.
Ese catedrático de la Facultad de Ingeniería no se equivocó. Desde hace más de 20 años, estudiantes, profesores, doctores, trabajadores administrativos y hasta ex funcionarios, siguen y no dejan de hacerlo, pronunciar tres palabras que se convirtieron ahora en las preferidas: Corrupción, apatía e imposición. Estas 26 letras decidieron quedarse para siempre en la Universidad.
Hoy en día, los valores en la UA de C parecen ser el resultado de una simple enunciación más que de una serie de actos, no siempre conocidos, ni comprensibles o palpables en resultados; situación que suele denigrar aspectos tales como el respeto, la disciplina y el compromiso universitario, los cuales son indispensables en toda área de estudio y que ahora se encuentran sujetos a la negociación, al despilfarro, a la complacencia y lo que se denomina “el buen ambiente en Rectoría” sólo para unos cuantos funcionarios que hacen y deshacen a su antojo.
Lo más lamentable de todo esto, es que por la apatía que existe entre los universitarios, quienes llegan a dirigir esta Casa de Estudios, aprovechan y manejan a su antojo no sólo el rumbo de la Universidad, sino los miles de millones de pesos que reciben de presupuesto anualmente, a pesar de que no egresaron de alguna escuela o facultad de esta universidad.
El Rector en puerta, Blas Flores Dávila, es Licenciado de Economía, egresado del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Monterrey. De Mario Alberto Ochoa Rivera no se puede decir lo mismo, porque ni siquiera pudo graduarse de la Universidad Autónoma de Coahuila por razones que él sólo conoce, y lo tuvo que hacer en la Escuela Bancaria y Comercial, ubicada en la ciudad de México. Igualmente, nadie sabe los motivos que lo orillaron a escoger esta institución educativa. A él, se le define tener una capacidad de organizar reuniones bohemias y sobre todo ser muy gastador cuando estuvo al frente de rectoría.
Si el próximo rector, en este caso, Blas Flores Dávila quiere demostrar que su llegada a la oficina principal de Rectoría no es otra imposición más, como la que ha pasado con los últimos rectores, está obligado a transparentar detalladamente los recursos que ahí se administran, porque si alguien sabe todo esto, es él, por una sencilla razón, era el encargado de administrar los dineros en la universidad y quien autorizaba los cheques bajo la jefatura de Mario Alberto Ochoa.
El desinterés de los estudiantes por la política interna de la Universidad, permite a que los funcionarios que ahí laboran cometan acciones deshonestas de todo tipo, porque no es un secreto que la política al interior de la Universidad, es lo que menos les llama la atención, porque los universitarios buscan otros espacios para entender su realidad, al detectar que el discurso político utilizado por Blas Flores, es bastante acartonado, convencional, aburrido y alejado de la realidad.
A pesar de lo que se diga, los intereses que representa manejar a la Universidad Autónoma de Coahuila, no sólo van en contra del bien común, sino que más bien los funcionarios buscan satisfacer primero sus propios intereses y luego velar por los universitarios que representan.
Tampoco se puede negar que quienes ocupan los puestos de primer nivel en esta institución educativa, quieren conseguir un posicionamiento económico en su vida. No quieren vivir muchos años, percibiendo sueldos raquiticos.
El escenario que se vislumbra a partir de este mes en la Universidad Autónoma de Coahuila, no es más que lo mismo que realizó a lo largo de los dos periodos Mario Alberto Ochoa Rivera, quien atendió primero sus asuntos, las encomiendas que llegan desde Palacio Rosa, y después atender lo que mejor le conviene a quienes estudian en las escuelas y facultades de esta Casa de Estudios.
La llegada de Blas Flores Dávila a Rectoría, será igual o peor que el periodo de su antecesor, Ochoa Rivera, porque se siente con el derecho de que ya le tocaba para hacer lo que mejor le parezca, porque supo esperar y cabildear con sus amigos el secretario de Educación Pública, José María Fraustro Siller, y el secretario de Finanzas, Jesús Ochoa Galindo, y no se diga con el Gobernador Rubén Moreira Valdés, quien no tuvo más alternativa que darle el visto bueno.
Y si a esto le agregamos, que los mismos colaboradores del ex rector Mario Alberto Ochoa, serán quienes hagan equipo con Blas Flores, como Guillermo González Calderón, Flavia Jamieson Ayala, Eduardo Garza Martínez, la recién llegada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Julieta Carabaza, quien llegó recomendada por el ex gobernador Rogelio Montemayor Seguy, que sigue dentro de la nomina estatal precisamente ocupando un puesto que sólo él conoce dentro de la misma Universidad Autónoma de Coahuila.
Blas Flores sabe que como Rector de esta Casa Máxima de Estudios, tiene el derecho absoluto de volverse a reelegir. Pero la última palabra, la tienen los universitarios, que con su indiferencia permitieron el arribo de funcionarios que lo único que buscan es enriquecerse de las arcas de la universidad en forma impune. |